Con el paso de los a\361os, las pesadillas que desvelan a Salvo Montalbano se han vuelto m\341s sofisticadas y extra\361as. En esta ocasi\363n, el veterano polic\355a cree encontrarse junto a Livia, semidesnudos, en una exuberante selva tropical. Pero no es una selva de verdad: los troncos y el follaje est\341n pintados al \363leo, y Livia y \351l se hallan dentro de un enorme cuadro de Henri Rousseau. Y cuando un trueno ensordecedor devuelve al comisario a la realidad, \351sta se materializa con un vagabundo que busca refugio bajo el porche de su casa. Poco sospecha Montalbano que ese encuentro fortuito contiene un elemento clave de su pr\363xima investigaci\363n, uno de los casos m\341s turbios y dif\355ciles de su carrera. Esa misma ma\361ana aparecer\341 muerto el contable Barletta, con se\361ales inequ\355vocas de violencia. Al igual que la falsa jungla del sue\361o, el muerto no es lo que parec\355a. Lejos del tranquilo gestor jubilado que simulaba ser, Barletta se revela como un personaje de mil caras, a cu\341l m\341s sorprendente e inesperada: un hombre de negocios implacable, un verdadero malabarista de la extorsi\363n y el chantaje, y al mismo tiempo un padre de familia hip\363crita y desalmado. A pesar de los numerosos casos a los que se ha enfrentado en su brillante carrera, Montalbano comprueba, una vez m\341s, que el ser humano con sus pasiones, sus deseos, sus debil.