\012A punto de embarcar en avi\363n desde Buenos Aires hacia Ushuaia, pienso en las tres horas de retraso que sufrimos, el amontonamiento de turistas en el aeropuerto, la mezcla de idiomas: portugu\351s, hebreo, castellano. Pienso en el fastidio que siento en la espera y la ansiedad por realizar el vuelo hacia el fin del continente para pasar una semana investigando. De pronto, surge la inevitable comparaci\363n: Sim\363n Radowitzky viaj\363 en el fondo de un barco de carga a vapor entre otros miserables, tragando el polvo de hulla y el humo que se filtraba desde la chimenea al exterior, soportando las cadenas y la barra de hierro fijada a sus pies. Pienso en los 25 d\355as de vaiv\351n en el mar a oscuras, el sudor, mezcla de adrenalina y mugre, y la espera miserable hasta llegar al presidio de Ushuaia. Sim\363n Radowitzky pas\363 21 a\361os encerrado en una jaula.\012\277Cu\341nto puede resistir un hombre por un ideal? \277Qu\351 hace que \351ste lo haga invencible? Sim\363n Radowitzky fue de esas raras anomal\355as que trascendi\363 el mito para volver a ser, luego de la miseria, el horror y la ignominia, lo que quiso: un hombre com\372n y corriente que luch\363 por la justicia.\012\311sta es su historia.