\277La escuela educa? \277Y los padres? \277Es maleducado el que no acepta las normas? \277Y el que las acata sin cuestionar? \277Decir lo que se piensa es mala educaci\363n? \277Puede la escuela seguir exigiendo puntualidad, prolijidad y orden? \277Qu\351 pasar\355a si no fuese obligatoria? \277Funciona como una guarder\355a para que los padres puedan trabajar? \277Podr\355amos maleducar a los chicos en casa? \277Puede haber autoridad sin confianza? \277Y confianza sin autoridad? \277Internet, la tele y el celular educan? \277Y las letras de rock y cumbia?\012\012Con una vida de experiencia como director, docente y asesor de escuelas, Norberto\012\012Siciliani explora con irreverencia el mundo de la educaci\363n para cuestionarlo todo,\012\012incluso su rol de maestro y de padre, sin perder nunca el humor como camino de\012\012conocimiento.\012\012Siciliani derriba mitos y desnuda la hipocres\355a pedag\363gica. Por eso elude la correcci\363n\012\012pol\355tica y se pregunta si la escuela es hoy obsoleta, si el tiempo pasado fue realmente mejor, si estudiamos para el trabajo, si hay que morir por la patria, si en verdad todos somos iguales, si es v\341lido amaestrar para el mercado, cu\341l es el rol de la familia hoy, qu\351 nos ense\361a la calle y qu\351 tienen para aleccionarnos las nuevas tecnolog\355as, entre otros temas acuciantes.\012\012Tomando ejemplos de su propia vida familiar, as\355 como de las escuelas en las que\012\012trabaj\363, pero tambi\351n de la televisi\363n y de las redes sociales, Siciliani invita a repensar\012\012el lugar que todos los adultos debemos asumir junto a los chicos y los j\363venes,\012\012postulando la confianza como el \372nico camino real para entablar relaciones reales.\012\012Maleducados es un c\372mulo de ideas no domesticadas, es pensamiento en ebullici\363n.\012\012Porque Siciliani no viene a resolver todos los problemas ni a decir todas las\012\012verdades; patea el tablero para que nos pongamos a pensar cu\341ntas veces al d\355a\012\012somos maleducados y cu\341ntas veces vale la pena serlo.