Las fechas conmemorativas, aquellas que marcan la historia, parecen ser un punto de llegada. En verdad son un tel\363n, detr\341s del cual se desarroll\363 un drama intenso y decisivo. Cuanto m\341s gravitante la fecha, mayor el drama, tanto en densidad como en duraci\363n. En el calendario hist\363rico argentino, julio de 1816 se destaca de manera singular. Es el momento de la Independencia, una palabra que parece decirlo y que no demanda mayor explicaci\363n. Conforme uno se acerca a esa \351poca, que en rigor comienza a fines del siglo XVIII, con la Revoluci\363n Francesa y la gestaci\363n de los Estados Unidos, y se profundiza con la ca\355da del Rey de Espa\361a y la Revoluci\363n de Mayo y el resto de las rebeliones americanas, esta evidencia se eclipsa. Esa fecha, como indica el subt\355tulo de este excelente libro de Natalio Botana, es una encrucijada donde se plasma el destino de un pa\355s (y la ambici\363n de que ese pa\355s exista). Todo lo que hoy parece claro entonces no lo era: la forma de gobierno, los derechos del individuo, el estatuto de las provincias. El debate de ideas se produc\355a casi en un abismo, porque a la par de las posturas filos\363ficas y los duelos ret\363ricos, de los consensos y los desencuentros, no hab\355a desaparecido la amenaza de un ataque espa\361ol (por el norte y por Buenos Aires), y estaba latente la ambici\363n portuguesa desde Brasil.